Por las Tierras Altas de Andalucía (Sierra Nevada)



Desde que comencé a rodar con mi primera bici de montaña, cuando no era más que un adolescente, siempre soñé con poder viajar a innumerables rincones del mundo, con descubrir paisajes increíbles, de ésos que te dejan con la boca abierta por su belleza, inmensidad y singularidad.
Soñaba con alcanzar grandes cumbres a lomos de mi fiel montura, y poder sentirme alguien realmente especial no sólo por haber superado ese gran reto personal, sino también, como bien respondió Mallory a un periodista: "Porque está ahí".

Y una de las grandes suertes y ventajas que tenemos en España y, sobre todo, en Andalucía, está en el hecho de que se nos ofrece una gran diversidad de paisajes, desde toda la zona costera hasta las distintas zonas de sierra y montaña. Y miren ustedes por dónde, también en Andalucía, concretamente en la provincia de Granada, tenemos una cordillera montañosa donde se ubica Sierra Nevada, y en la que se encuentra el pico más alto de la Península Ibérica: el Mulhacén.

La última vez que ascendí los 3.482 m de altitud de esta majestuosa montaña desde la Alpujarra granadina fue en el año 1998, cuando Sierra Nevada aún no había sido declarado Parque Nacional, prohibiéndose desde entonces su ascensión montados sobre la bicicleta por "motivos medioambientales".

Después de tantos años, volvería a subir por una de las cumbres del parque desde el pueblo alpujarreño de Capileira. Pero esta vez, subiría al tercer pico más alto de la Península: el Veleta (3.396 m)
Al fondo, podemos ver la famosa cresta del Veleta, oculta por las nubes, y el Cerro de los Machos (3.327 m) a su derecha

La ruta en sí no tiene mucho misterio. Salimos desde Capileira (1.485 m) por carretera unos pocos kilómetros hasta que el asfalto desaparece, dando lugar a una pista de tierra bastante compactada. La pendiente no es muy pronunciada pero, desde el principio, decidimos rodar con mucha calma y poco esfuerzo, ya que la ascensión es contínua durante casi 35 km y la altitud se va haciendo notar poco a poco.

Llegados al Alto del Chorrillo (2.710 m), el tiempo se vuelve menos amable. La nubosidad es más densa, aumenta la fuerza del viento, y las temperaturas son cada vez más bajas. Ya sólo nos queda poco más de la mitad del recorrido para alcanzar nuestro objetivo.
Justo detrás del cartel se puede vislumbrar el camino por el que antaño se podía subir hasta la cima del Mulhacén en bicicleta. Ahora, está prohibido.

Este año hemos sufrido un verano muy seco y muy, muy caluroso. Y no sólo en España, también en buena parte de Europa. Y éso se ha notado aquí, porque de las pocas veces que he transitado por esta zona, no recuerdo nunca haber visto algunas lagunas secas o casi sin agua. Ojalá no vuelvan a repetirse veranos como éste.

Llegando al Collado de la Carihuela, el viento soplaba con mucha fuerza. Tanta, que apenas conseguía mantener el equilibrio y la trazada en cada curva. Finalmente, alcanzamos la cumbre del Veleta. La sensación térmica era de mucho más frío debido a la intensidad del viento, y la nubosidad no nos permitía ver nada del paisaje que se escondía tras de ella.

Foto rápida de grupo, y media vuelta para abajo. Toca descender por donde subimos.
Objetivo alcanzado. Ahora toca volver por donde hemos venido.

La bajada no tiene una pendiente especialmente pronunciada, pero había algunos tramos en línea recta en los que superábamos con facilidad los 60 km/h sin dar una sola pedalada gracias al viento de cola. 
Espectacular paisaje con la Laguna del Río Seco (abajo a la derecha), los Crestones del Río Seco (a la izquierda del camino), y detrás de ellos, al fondo, el pico de la Alcazaba (3.371 m)

El paisaje era espectacular, como de otro mundo u otro planeta. Sobre todo a la altura de la Laguna del Río Seco. Ni qué decir del Mulhacén, cubierto por una densa masa nubosa. Sobran las palabras.
Impresionante visión del Mulhacén cubierto por la inmensidad de la masa nubosa

Una vez en Capileira, volvemos a contactar con la luz del sol y con unas temperaturas más cálidas. Teníamos el tiempo justo para cambiarnos de ropa, comer unos bocadillos y volver a casa, ya que la ruta la iniciamos a una hora tardía. Pero volveremos con más tiempo. Seguro.  




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