ENDURÉAME (EndureMe) Vol.2 - Lo que importa es el biker

Aún recuerdo el día en el que mi hermana mayor me regaló mi primera mountain bike por mi 16 cumpleaños. Fue adquirida en una gran superficie por el módico precio de 15.000 pesetas (90€ de los de ahora!!) Era un auténtico "jamelgo de hierro" de la marca "Colorado", de color azul, tubos delgados, sin slooping ni horquilla de suspensión, con unos frenos cantilever con manetas de plástico, neumáticos Cheng Shin de goma super dura, unas llantas que se doblaban con sólo mirarlas, y una transmisión Shimano SIS con los mandos por encima del manillar y 3x6 velocidades. Aquel enorme "hierro" si no pesaba alrededor de 14 Kg le faltaba poco. Pero nada de aquello me importaba. Yo era el tío más feliz del mundo. Nunca me faltaban ganas de montar con ella cada semana, solo o acompañado, porque disfrutaba con cada salida, con cada nueva aventura, con cada nuevo sendero y paisaje que descubría y me quedaba por descubrir en esta increíble sierra que tenemos justamente al lado de nuestro hogar. Todo un privilegio.
Sí. Lo sé. Aunque eran los comienzos de un deporte joven, no había excusa para vestir en plan Miami Vice. Afortunadamente, hemos evolucionado a mejor... Eso espero
En mis comienzos  sufría mucho, tanto subiendo como bajando. Con el tiempo, además de mejorar poco a poco mi forma física, iba cambiando y mejorando los componentes de mi bici (ruedas, frenos, cambios,...), hasta que mi bendito cuadro de acero "murió". Lo reemplacé por un Kona Lava Dome (también de acero). Para mí, los cuadros Kona de acero de la década de los 90 eran, sin duda, los más bonitos y elegantes que uno podía tener, con sus finos y delgados tubos y su inconfundible slooping. Después tuve otro Kona pero, esta vez, de aluminio. El caso es que durante muchos años, he estado montando en bicis rígidas, haciendo casi de todo. Duras y largas subidas, acompañadas de técnicos y vertiginosos descensos por Cazorla, Sierra Nevada, Las Alpujarras, Guadarrama, las Sierras Subbéticas, Picos de Europa o los Pirineos. Incluso he competido en una Maxi Avalanche en La Pinilla con mi Kona Cinder Cone hallá por el 2005, y he recorrido el Bike Park de Benalmádena con la misma "burra" (y con desastrosas consecuencias).

Pero lo que quiero decir con todo ésto es que, a tenor de lo que escribí al final de mi anterior entrada (Enduréame Vol.1), son muchas las personas que quizás tienen demasiado en cuenta la bicicleta a la hora de decidir por dónde rodar y cómo. Que si el sistema de suspensión, que si el recorrido de ambas suspensiones, el material del cuadro o la marca del mismo...  Evidentemente, elegir la montura adecuada en función del tipo de ciclismo que uno practique (y con quién lo practique) es siempre lo más acertado, ya que todo tiene sus limitaciones. Uno no se compra una bicicleta de XC de carbono, con ruedas de 29" y un peso que apenas supera los 10Kg para tirarse como un loco por un bike park o participar en la Mega Avalanche de Alpe D'Huez, o apuntarse a la Enduro World Series, verdad?. Aunque, después de ver cómo bajan los Nino Schurter, Manuel Fumic, Jose Antonio Hermida, Maja Włoszczowska, Emily Batty o  Sabine Spitz, por algunas de las "bajaditas" de los circuitos XCO de la World Cup... La verdad, a uno le da mucho en qué pensar.



Sin embargo, la conclusión a la cual quiero llegar es que, independientemente de las limitaciones que nos ofrezca nuestra montura, al final, lo que realmente cuenta es el/la biker. Por encima de todo, prima la mentalidad y la actitud a la hora de afrontar ese reto personal, ese obstáculo que siempre te cuesta sortear, esa serie de curvas encadenadas que sueles acabar atrochando por los jaramagos, y ese rock garden o aquel "pequeño" drop-off que te corta la respiración y con el que luego sueles tener pesadillas.


 Los retos están ahí, para ser superados. Y matizo: los retos no sólo son descensos técnicos y complicados, no; también son subidas épicas e incluso no ciclables. Porque si sólo me refiriese a las bajadas, estaríamos hablando de Free Ride o DH, y el Enduro lo engloba todo, tanto subidas como bajadas.


Evidentemente, cada uno de nosotros debe ser consciente de sus limitaciones personales. No vamos a lanzarnos por el primer camino de cabras vertiginoso que nos encontremos sin antes tener en cuenta nuestras posibilidades de salir vivos o ilesos de ahí. Yo mismo, a día de hoy, soy capaz de tirar por algunos senderos en los que años atrás ni me lo planteaba. Y no lo hago ahora porque tenga una bici de enduro de largo recorrido, ni porque sea un fenómeno de las dos ruedas - que no lo soy. Empecé a afrontar esos "retos" particulares cuando aún montaba sobre una "hard tail". La mentalidad resulta fundamental.

Lo importante es salir con tu fiel montura y con tus amigos, si es posible, disfrutando del momento. Pero, sin duda alguna, si mejoras tu condición física y, sobre todo, tu habilidad y tu técnica (domina la bici, que no sea ella quien te domine a ti), te aseguro que el disfrute y la pasión por este deporte serán mucho mayores aún.


Ah! Y al final de la ruta, no olvidéis nunca parar en la terraza de un bar o de un Biergarten para disfrutar una buena cerveza (o un zumo de frutas, o lo que sea) como hacen estos dos colegas tras hacer un recorrido endurero con sus bicis rígidas por los alpes austríacos.



Bueno. Ya me diréis si estáis de acuerdo o no con el hecho de que el/la biker, su actitud y su mentalidad, son más importante que la propia bici en sí. Vuestros comentarios serán bienvenidos.

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